04 abril 2010

El poder creativo y su función



Por Ralph M. Lewis, F.R.C.


El poder creativo del hombre ha sido por largo tiempo ensalzado como su característica distintiva. Técnicamente, el hombre como lo conocemos es llamado homo sapiens Esto significa un ser con discernimien­to, pensante predecesor que existió por eones de tiempo se conoce por el nombre de horno erectus. Este nombre alude a un ser parecido al hombre, que caminaba erecto. Homo erectus tenía cualidades faciales y otras características generales similares al homo sapiens.

Una cosa, sin embargo, separó al hombre erecto del tipo gorila del hominidae es decir, la especie humana, y es que no existe evidencia de que tuviera artefactos. No hay objetos que se hayan encontrado con el homo erectus que indicaran una habilidad creativa; en otras palabras, él aparentemente no tenía hachas de mano, cuchillos de piedra o pedernal o utensilios. El no era un ser creativo durante los muchos cientos de miles de años en que vagó por la Tierra.

Si el poder creativo es el atributo prominente del verdadero hombre, entonces, ¿cómo lo definimos? El poder creativo es la aplicación de las fuerzas físicas y mentales del hombre para dar forma a las condiciones y cosas del mundo a su gusto. Hay tres puntos evidentes en esta definición: primero, está el fin, es decir, el objetivo que es deseado. Segundo, está la fuerza o poder que va a ser desplegado; tal es para volverse en el medio o instrumento para al­canzar el fin. Tercero, está la substancia o condición sobre la que la fuerza va a actuar.

Aunque todos los tres puntos o elementos son necesarios, ellos caen en una escala relativa de valores; en otras palabras, uno precede al otro en importancia de poder creativo. Lo primero en importancia es la idea; es aquello que se concibe como el objetivo a alcanzarse y concentra el poder de la mente y cuerpo en una dirección externa. La concentración de este poder personal hacia el objeto concebido se hace siempre conscientemente. Debemos experi­mentar nuestro poder personal, mental o físico, actuando sobre la segunda parte, a saber, el mundo exterior.

Pero existe más en el primer punto o idea. ¿Cómo surge la idea? ¿Por qué deseamos crear, es decir, traer alguna cosa o condición a exis­tencia? Citemos algunos ejemplos para análisis. Un hombre concibe la construcción de una gran represa; otro desea pintar una puesta de sol tropical; uno más quiere componer un poema de éxtasis, una composición musical inspiradora.

Lo primero, la construcción de la represa, tiene una motivación utilitaria. Es la realiza­ción de una necesidad para encerrar agua en contra de las inundaciones o tal vez para irriga­ción o poder eléctrico. Esta clase de poder creativo surge de la interacción del ser físico del hombre sobre su medio ambiente. Es la necesidad de seguridad en el mantenimiento de la comodidad. Podemos resumir tales impulsos creativos como siendo causados por un sentido de necesidad.

Deseo cohesivo

El segundo ejemplo del impulso creativo, la pintura de una puesta de sol, es el intento de capturar una experiencia. El hombre descubre una reacción armoniosa, una unión simpática entre él mismo y la naturaleza. Él desea aislar esta experiencia particular para así poder gozar de ella y compartirla también con otros. Pode­mos resumir la causa de esta segunda causa de deseo creativo como cohesivo. Es un sentido íntimo de atracción a la naturaleza que el hombre desea conservar.

La tercera clase de impulso creativo tal como el escribir poesía o componer música, es el impulso subconsciente por la expresión. Es el ser interno, buscando entidad, deseando ser reconocido simbólicamente. Esto es también evi­dente en las pinturas abstractas que no tienen relación directa con el mundo objetivo. Podemos resumir este tipo de ideas creativa con la palabra Identidad. Esto significa una lucha por la identidad de todo el ser.


Energía potencial

Avancemos ahora más allá de la idea inicial a la fuerza o poder ejercitado. La idea creativa inicial, ella misma, es una energía. Es una energía neutral localizada dentro de las asociaciones y la matriz de las células cerebrales. Para usar un término de la física, es una idea potencial. Esto significa que la idea en sí es capaz de producir trabajo pero aún no lo ha conseguido. ¿Cómo transformamos esta energía en fuerza?

Y además, ¿qué queremos decir por fuerza? La física nos da una buena definición de fuerza: "Fuerza es esa acción por medio de la cual se cambia el estado de descanso o moción de un cuerpo". La energía de la idea debe volverse intensificada. Esto se hace al concentrarse mentalmente en la idea creativa. La idea debe ser perfeccionada en la mente; debe verse como un todo racional, no solamente fantasía. Más específicamente, la idea debe tener una posibilidad razonable de realización en la consciencia.

Tal idea comprensiva es una experiencia. Es el equivalente de una experiencia perceptiva; Es decir, como algo que ha sido realmente visto u oído. Como una idea mental o interna, produce emoción, sensación y sentimiento. Todos sabemos cómo podemos ser estimulados por uno de estos tipos de ideas creativas. Tenemos una sensación de excitación. Es una sensación que es provocadora de acción intelectual y corporal. Es en este punto que la fuerza comienza; es decir, la posibilidad de extender y aplicar el poder personal.

La excitación producida por la idea creativa y el estímulo emocional constituye un impulso. No es un impulso instintivo tal como los biológicos de los apetitos. Es uno que hemos producido virtualmente por medio de nuestras propias ideas creativas. Este estímulo, esta energía concentrada produce una tensión nerviosa y muscular que debe ser disipada o liberada o producirá un desasosiego. Pero aquí surgen ciertos problemas.

El poder creativo ha sido estimulado al pensarse sobre la idea en su totalidad; por ejemplo, el Pensar acerca de la construcción de la represa o la composición del poema. Este poder debe ahora ser dirigido a la tercera condición de la creación. Tiene que manifestarse en substancia; es decir, ser traído a la experiencia en el mundo externo. Pero el poder se disipará y malgastará si es aplicado a cosas que no están directamente relacionadas con la idea creativa inicial.

Es aquí que la razón debe ser impuesta si la idea creativa va a ser aplicada con éxito. La idea creativa inicial debe ahora desmenuzarse y analizarse en relación a aquello que la ob­jetivará. El impulso, el entusiasmo, nos puede hacer actuar antes que estemos listos a mani­festar correctamente la idea. Tomen la creación del poema, por ejemplo. No debería ser sólo un derrame impetuoso de palabras que subjetiva­mente nos satisfaga.

No debería ser una liberación al azar del poder creativo. Para que el poema tenga una existencia verdaderamente creativa debe ser capaz de comunicar a las demás personas. Si no comunica, no ha sido entonces creativo; en otras palabras, uno no ha creado si la idea original y la expresión de ella no corresponden.



Progresión

Esta separación de la idea creativa inicial en las etapas progresivas del desarrollo externo no disminuye el poder creativo. Sí cada progresión, cada etapa, es cuidadosamente considerada a medida que se desarrolla, se realiza entonces su relación adecuada. El entusiasmo y el poder creativo son así mantenidos. Es como encontrar y realizar las partes adecuadas de un rompecabezas. Si no es mantenida esta relación cuida­dosa del poder creativo con las condiciones y las cosas del mundo donde debe manifestarse, surgirá la frustración. Con la frustración sabe­mos que el impulso, el entusiasmo, disminuyen; el poder creativo engendrado por la idea original decae.

Comenzamos por considerar el impulso crea­tivo como consistiendo en tres clases generales de deseo. El primero fue la necesidad. El segundo, fue cohesivo, o un sentimiento de unidad con el mundo. El tercero dijimos que fue la identidad. Este último es un impulso consciente hacia la expresión adicional del ser. La primera clase de impulso creativo es más común. Es muy evidentemente desplegado en el mundo de la invención, la ciencia y la tecnología.

La segunda clase de impulso creativo, el cohesivo, es de una categoría superior. Es más que un reconocimiento de las substancias ma­teriales del mundo como una necesidad. Es una consciencia de una clase de orden cósmico manifestándose como belleza en la naturaleza. La persona que experimenta esto desea extraer esta armonía, esta belleza. Al hacer esto, ella gratifica una parte del ser que no está satis­fecho por la mera satisfacción de la necesidad. Como dijo el filósofo Immanuel Kant del verda­dero arte, que "es el propósito, el deseo por la belleza sin depender de una cosa en particular".

Hemos dicho que la tercera clase de impulso creativo es el deseo de entidad. Esta es la más grande función creativa de todas. No solamente incluye la creación de grandes composiciones musicales y poesía sino también incluye el misticismo y la filosofía. Con este tipo de idea creativa, el individuo alcanza el substrato de su ser para experimentar la unidad con toda la raza humana. Él va aún más lejos, él siente dentro de sí mismo el ritmo de la fuerza de la vida. A veces se concibe como estando unido con el Infinito.

Con esta tercera clase de ideas creativas la identidad del individuo no es ya solamente su personalidad ordinaria. El ser para él se con­vierte en esa grandiosidad que él ha experimentado. El ser ahora tiene una identidad más grande, más expansiva. Él crea en la música, la literatura y en formas abstractas lo que siente. Además, desea que los demás, no solamente él, realicen lo que él y toda la humanidad repre­sentan.

Algunas personas todos estos tres ejemplos de poder creativo son evidentes. En otros encontramos que sólo uno o dos son exhibidos. En el Museo Egipcio Rosacruz se pueden ver ejemplos de la evolución y expansión del poder creativo del hombre. Vemos, por ejemplo, en una galería hileras de cerámicas prehistóricas de 8 a 10 mil años de antigüedad. Estas fueron hechas muy crudamente sobre un fuego abierto. Fueron hechas a mano, antes que se inventara la rueda para moldear la cerámica. Las tapas están oxidadas, obscurecidas por el calor. Ellas fueron creadas para satisfacer una necesidad de utilidad solamente.

Luego, caminando a lo largo de la galería, vemos una representación de cerámica hecha siglos más tarde. Encontramos un cambio defini­do en la exhibición. Existe una variedad de formas y tiras simulando un tejido de canasta. Algunas están pintadas con colores de tierra, en bandas anchas. Este es un paso más adelante y es una expresión de la segunda clase de poder creativo. Es cohesivo, una atracción a y una copia de la simetría de la naturaleza. Es un intento por la decoración y el arte.

Luego vemos una exhibición del tipo sim­bólico de cerámica. Esta exhibición representa dioses y personajes mitológicos que retratan al hombre extrayendo de sí mismo sentimientos y creando con ellos una nueva identidad del ser. Estos artefactos representan su experiencia interna que el ser físico no puede expresar por sí solo

Publicado por A.V.L. en 13:18

Etiquetas: Ralph M. Lewis, ROSACRUZ

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